jueves, 18 de marzo de 2010

Míster América: El fin




















1er acto

En lo que pareciera ser un chiste de mal gusto, alguien anuncia su muerte.
Aún así, nadie lo piensa suicida.
Ese alguien se mata, se vela, se entierra y hace ver en ese conjunto de acción humana un evento natural. Una muerte como parte del concepto mismo de ese ser. Una muerte conceptual entonces; dividida en actos, meditada en orden y ensayada por 20 años. Mister América ideó su muerte en esa vida que se tomó de ventaja.
Q.E.P.D. se llamó la última de las gracias, el último de los juegos propuestos por la legendaria banda platense dirigida por Gustavo Astarita, ese poeta nómada, el cantante enamorado de los finales y fundamentalmente del final mismo de todo.
“¿Es así el cielo? dime cuánto tiempo estoy muerto, cuéntame la vida que dejo”.
Tres actos finales sin chiste. Tres estadíos de un funeral en el Centro Cultural Islas Malvinas, algunos cientos de testigos y un cadáver exquisito que apestaba mejor que el rock mismo. Una muestra de fotografías, borradores de letras, dibujos, notas y bocetos. Por un lado la cronología de trabajo de la banda y -por otro- la obra plástica de Gustavo Astarita. Como un libro de fotos viejas para llorar lo que ya no es.
“Voy haciendo que el día de hoy ya sea una despedida”.

Viernes 22 de Agosto del 2008 – La Plata (Auditorio Islas Malvinas)
Bajo una siempre igual escenografía se dio espera a las tres jornadas: un grupo enorme de sillas divididas por pasillos de paso conformaban dos grandes bloques. Un cañón apoyado en un pupitre transportaba su luminiscencia de formas al paño blanco ubicado al fondo del salón mostrando así una serie de video clips, algunos realizados para la especial ocasión, que se repetían una y otra vez. Las sillas poco a poco se fueron ocupando, hasta que en el fondo del salón los más tardíos se quedaron parados. Reposando en uno de los extremos del cuarto, una mesa sostenía el merchandising en forma de remeras con tres fragmentos de canción acordes a la ocasión: "Qué felices que somos burgueses", "No pasa nada bueno" y "Mañana será un nuevo día". La impaciencia se hizo respetuosa porque en realidad nadie quería ver la muerte de ese ser querido.

Hasta que, por fin, las partes del todo a morir aparecieron: los autores físicos de la entidad, Pilu Ponatano (guitarra), Jorge Leguizamon (Legui, coros y guitarra), Marcelo Pontano (batería), Horacio Núñez (Bajo) y Leandro Giordano (teclados) y, claro, el hacedor espiritual Gustavo Astarita (voz y guitarra) trajeados para la ocasión.

Luego de la redención de los cuerpos en uno y tomando el suspiro divino de la vida como motor, el occiso sonrío, dio la bienvenida y se mostró más vivo y elocuente que los que visitantes a su deceso estudiado. No sólo un cuerpo como todo en movimiento, sino un mensaje claro: la instrumentación como respeto sagrado a las palabras ¿Por qué iniciar el funeral sino con la instrumental-wester-oriental “Siesta” y su carencia de sintaxis para hablar de despedidas? Con un manejo de sutilezas ajeno al rock actual (en general) cuesta destacar la viveza locuaz de un recital de 30 temas y 20 años. Mister América tampoco pudo y es por ello que dividió todo en tres aguas.
La bossa “Tomo polaroids” y sus caprichos posesivos de lo verosímil y abstracto de la belleza; “ojalá no me vieras en lo hondo” del tema “Super yo”, que increpa a Mister América con un ‘Que en paz descanse’ sobre sus espaldas, llenaban todo de una melancolía que traspasaba cualquier rítmica: no importaba la violencia de algunos riff o la sutileza absoluta de las melodías, todo producía ahogo y sonrisa. En ese amor poético por la muerte como fin liberador, como retiro al mundo ideal individual, “dicen que no estás muerta pero igual te vele”, “Dicen” se delata como tratando de esperanzar a pesar del fatal desenlace de estas fechas.

Toda una obra atravesada por la muerte definiría al artista como sombrío, abstraído en el rechazo de la vida, pero lo que se encuentra en Mister América es un balance existencial donde el lema “todos quieren ir al cielo pero nadie quiere morir” pierde sentido: la muerte se articula al medio y donde todos ven nada, el poeta encuentra todo. El funcionalismo de “Tiempo” (“la brisa que llega, las frutas que están para balancearse y al fin maduren y caigan") hablan de esa búsqueda, ya que como expresan desde su página oficial: “Lo único real es que vamos a morir, a partir de esto todo tiene sentido (…) Ya no hay más a qué revelarse, ni ansiedades, ni deseos que atormenten el existir, todo transcurre en un lento compás de espera de esa única verdad”.


2do Acto


Mister América por otros - Viernes 29 de Agosto del 2008 – La Plata (Auditorio Islas Malvinas)
Esta vez, amigos y familiares vienen a contarnos del muerto. Como en un velorio irreal, se turnan para darnos detalles personales, versiones individuales de cómo ellos recuerdan lo que la mayoría no olvida. Interpretaciones bellas, elocuentes, y con la participación de partes de aquel todo que se turna para aparecer en escena y para ser testigo de su homenaje. Bajo una idea ya pergeñada a mediados del 2005 -también en el Islas Malvinas-, sin la conciencia final y sólo por diversión, con ese morbo de Astarita de ver a Mister América funcionar sin él. Bajo esa idea primitiva de las personas de observar como un voyeur las reacciones y el funcionar de los otros con la presencia de nuestra ausencia. Dejándose observar, el primero de los familiares fue X9 con la compañía de Paco Malibú y ‘El Sultan’ de Amigos and Friends, ese proyecto paralelo de búsqueda de amigos en tiempos desérticos nacido pos 2001. Primero en coros y luego tomando por asalto la atención de los espectadores, Valeria La Ferrara de Lumilagro puso melodía y voz a la impresión trágica de “Háblame del cielo” “Despedida” y “Esclavo”. Parálisis en los presentes, compresión en el pecho y aplausos.
Daniel Delachaux y toda su gravedad, con la compañía de Hermanitos Kaiser, sintonizó el perfil más rockero con tres inéditos degenerados: "Paga mi precio", "Ojos de ginebra" y “Tú me das placer". Con crucifijos, ajos alistados y esquivando la luz solar, Zani de Flores Subterraneas interpretó reversiones a puro volumen y distorsión de "Tanta charla", "Vida Insana" y "Rebelde". Astarita, burgués y feliz con su pipa, aprobó la arremetida con sus pulgares en alto. Ubicado en los coros, Zani permaneció en escena y la bohemia urbana de Hernán Heguiabere interpretó en formato blues/canción "Mañana será un nuevo día", "La araña" y "Espectros" con la presencia sideral de Pepe Fenton como bajista invitado.
En uno de los momentos más emotivos, Leda y Marcial reemplazaron a su padre al mando de Mister América interpretando "Dicha" y "Gusano" con una soltura escénica envidiable para cualquier parámetro de edad.
Sólo con la presencia espiritual y cancionera del cuerpo difunto, Villelisa y todo su encanto se adueñaron de “Himno”, “Sus sentidos” y una altanera y genial interpretación de la instrumental “Paraíso”, con la inclusión de xilofón, acordeón y silbido.
normA apareció para complicar las cosas: la emotividad toda se transformó en una explosión de sentidos pura con “Ella me dijo” y “Qué felices que somos burgueses” dividida en dos. Ese pequeño intervalo sirvió para que Astarita insulte a sus familiares/amigos y entre todos copen el escenario para la segundad mitad que con el tiempo tomará proporciones épicas: normA y parte de Mister América haciendo de base a los cánticos casi tribuneros de Astarita, Gustavo Caccavo (Villelisa) y Chivas Argüello (normA) en el mismo micrófono más los coros de los Hermanitos Kaiser.
Algunas lágrimas y el final de la previa a lo último.


(sigue en 3er acto)

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